Texto escrito y publicado por el
Sr. Gabrel, para el Cuaderno nº4 de Cuadernos de BDSM.
No se discute que en el BDSM
existe un conjunto de normas razonables y sensatas que determinan cómo deben
ser nuestras conductas, comportamientos y relación con otras personas, a su vez
saber qué podemos esperar de los demás. Básicamente es lo que podríamos
denominar Protocolo. En el Diccionario multilingüe de BDSM de Bartomeu Doménech
(Ed. Bellaterra 2004) se define como “conjunto de reglas que hay que observar”.
Además de lo anterior, el
Protocolo sirve para desarrollar la fantasía y la imaginación, adornan el
vínculo y la relación, explicitando cada uno de los pasos que debes seguir
durante un encuentro.
Ambas formas de entender el
Protocolo fueron denominadas en un debate celebrado en Rosas5 (Barcelona) como
Protocolo Generalizado (que afecta al BDSM como grupo) y otro Protocolo Interno
(que afecta al vínculo Amo-sumisa) [1]. No obstante, algunos practicantes del
BDSM se rebelan contra dichas normas, hay quien las cuestiona y se muestran no
partidarios de ellas, otros matizan en cambio que son defensores de su
existencia siempre que no sean muy elaboradas.
Lo chocante de esta observación,
que puedes seguir a través de lecturas en foros y debates, es que aunque se
escribe mucho sobre la conveniencia o no de Protocolo, pocos se atreven a
entrar en el detalle de cuáles son los contenidos de dicho Protocolo, en qué
conceptos se sustenta, de dónde proviene o cómo articularlo [2].
Una razón de esta carencia es
intrínseca al BDSM, consecuencia de su variedad y su pluralidad de prácticas,
de modo que por ejemplo, aquellas reglas a seguir que pudieran considerarse muy
convenientes para la práctica del Bondage son irrelevantes o quedan sin efecto
para otras prácticas más próximas al sadomasoquismo.
La otra razón es dialéctica: ¿Qué
incluye el protocolo? Hay quienes consideran que deben quedar fuera de ser
consideradas Protocolo BDSM aquellas reglas o normas objetivas y explícitas que
se concretan en torno a un evento, organización o local (denominándolas, tal
cual, reglas o normas), y también deben quedar fuera las que se basan en el
respeto y el buen comportamiento de las personas (por cuanto se presuponen para
quiénes quieren relacionarse e integrarse en el seno de una Comunidad);
incluyendo por tanto sólo aquellas que sí tipifican y adornan propiamente la
escena y el comportamiento en rol del Dominante y de la sumisa.
Otros en cambio, entre los que me
incluyo, consideramos que el Protocolo está constituido por la existencia del
conjunto de normas, valores, símbolos y formas de relación entre personas,
aunque muchas no escritas, y que son las que confieren un carácter singular y
específico que permiten apelar a los términos Subcultura BDSM y Estilo de Vida
BDSM.
Como soy consciente que el debate
sobre el Protocolo continuará después de éste Artículo, y quizá más por un
sentido de previsión para cuando las cosas suceden demasiado tarde, prefiero
hacer referencia al todo y no quedarme solo en una parte.
Debemos tener claro que no existe
un único Protocolo. El propósito de éste artículo es mostrar dónde y cómo actúa
el Protocolo y cuáles son las claves para que cualquier practicante (inicial o
con experiencia) sepa desenvolverse con su mejor conocimiento y capacidad relacional
dentro del BDSM.
Algunos errores frecuentes
respecto del Protocolo
El Protocolo existe porque
existen las relaciones entre practicantes del BDSM. Es necesario para la buena
armonía y convivencia de quienes se relacionan.
Creo que debemos tener en cuenta,
ante todo, a quién afecta el Protocolo. Un error muy común es pensar que el
Protocolo solo se aplica cuando se trata de actividades organizadas que
congregan a un amplio número de practicantes del BDSM. Unas pautas de
comportamiento en una relación Amo – sumisa ya forman en su conjunto un
Protocolo. Incorporar a una tercera persona a ese vínculo o relación implica
necesariamente explicar cómo se manifiestan los roles en dicho vínculo. Es
verdad que, donde se hace público y manifiesto el Protocolo es en las
Organizaciones, locales con espacios acondicionados para BDSM y aquellos
eventos puntuales para el encuentro y desarrollo de algunas prácticas. Cada uno
de estos casos puede tener especificidades aunque la mayor parte de sus normas
son comunes.
Otro error muy frecuente es
pensar que el Protocolo solo se refiere a cómo debe comportarse una sumisa o
esclava frente a su Amo, y por indicación de éste a otros Dominantes y sumisas.
Se olvidan que el Protocolo también debe ser seguido y respetado por los
Dominantes (la falsa idea del Amo “dios”) en relación a su sumisa y esclava, en
la relación con otros Dominantes y para con otras sumisas.
Una generalización que también da
lugar a errores frecuentes, es pensar que el Protocolo solamente se extiende a
aspectos como el código de vestuario, un argot específico, uso de instalaciones
o aplicar las normas sólo en el momento del desarrollo de una sesión o juego
BDSM.
Para terminar con la descripción
de situaciones que considero erróneas, otra que se da con suma frecuencia es la
que considera que el Protocolo se aplica sólo con quien ha dado muestras
suficientes de merecerlo. Como forma de comunicación, el Protocolo revela mucha
información: apariencia externa, estética, saber estar, carácter del rol y experiencia.
Los cuasi Dogmas del BDSM
El Protocolo existe porque el
BDSM incide, afecta y altera al estado físico y emocional de quienes lo
practican. En cualquiera de sus variantes, el BDSM desarrolla relaciones
asimétricas: Una persona inmoviliza - otra queda inmovilizada; una persona
ejerce autoridad y poder - otra obedece; una persona infringe dolor y
humillación - otra lo experimenta.
En un nivel superior, inviolable
por describirlo de algún modo y que pudiéramos considerarlas como dogmas están
un conjunto de valores que giran sobre los conceptos “Seguro, Sensato y
Consensuado” (acrónimo SSC); y “Riesgo Asumido y Consensuado para la práctica
Sexual Alternativa” (acrónimo RACSA o RACK). Esta terminología conceptual,
tantas veces citada y redefinida en cualquier espacio virtual o físico de BDSM,
trata de garantizar que entre los participantes quedan consensuadas las
prácticas, las formas de comunicación y mecanismos de seguridad, los límites y
alcance de dichas prácticas; y que el proceso de recuperación o cuidado que se
requiere y que cualquier alteración negativa física y emocional quedará
adecuadamente restablecida [3].
Otro conjunto de valores están
destinados a identificar las actitudes y aptitudes que deben identificar los
roles superior e inferior en estas relaciones asimétricas.
Básicamente es responder a dos
preguntas: ¿Qué se espera de un Dominante?, ¿Qué se espera de un sumiso? Aquí
el Protocolo es más díscolo y difícil de precisar, porque cada Comunidad BDSM
acentúa unas cualidades o unos rasgos en detrimento de otros, buscando una
mayor adaptabilidad para el conjunto de personas que congrega (por ejemplo, las
sociedades hispanas han enfatizado mucho en aquellos valores que identifican
claramente al BDSM fuera de toda sospecha relacionada con el predominio del
hombre sobre la mujer y situaciones de abuso sexual). Pero todas las
Comunidades tienen en común que describen las características del
comportamiento esperadas en ambos roles y el alcance de las respectivas
responsabilidades y obligaciones de todos los practicantes según sea su rol.
Están muy difundidas las 10 reglas para los Dominantes y las 10 reglas para la
sumisa [4]: Paciente, humilde, mente abierta, comunicativo, honesto, sensible,
dominante/sumiso, realista, cuerpo sano, y diviértase.
Las cualidades del Protocolo El
BDSM no ha desarrollado su propio Protocolo sobre la base de un precedente
ideológico o una corriente filosófica, ni siquiera una fantasía, (aunque el
goreano tiene especificidades propias del mundo fantástico que recrea) [5].
Podemos afirmar que, por una
parte, el Protocolo del BDSM es el resultado de incorporar elementos
específicos de su tradición, como pueden ser por ejemplo, el uso de un lenguaje
– argot BDSM; las formas de tratamiento que marcan la distancia entre roles; determinadas
formas y variantes de vestimenta y desnudez corporal; el uso de símbolos y
adornos para el cuerpo; la adopción de determinadas posiciones corporales;
algunas consideraciones relacionadas con la seguridad en la práctica BDSM, y
todas aquellas otras variantes que hacen del Estilo de Vida una práctica
relacional y sexual alternativa que transgreden a las tradicionales y
convencionalmente establecidas en nuestras sociedades. Y por otra parte,
añadido a lo anterior, incorpora para sí valores universales como son el
respeto a las personas, el sentido común, las buenas prácticas, y mantener las
buenas formas.
La cualidad más importante de un
Protocolo es su utilidad práctica, y en el BDSM la cumple. Existe porque es
útil para cada situación. Por tanto su existencia y la consideración de ser
tenida en cuenta no actúan de forma coercitiva ni merma creatividad a quienes
la cumplen. Más bien al contrario, enfatiza y genera más atención para que el
respeto, las buenas prácticas o las buenas maneras se lleven a la práctica con
exquisito cuidado.
En los vínculos Amo – sumisa,
este sentido de la utilidad hace que el Protocolo actúe como un instrumento
poderoso del aprendizaje a través del condicionamiento operante o instrumental,
es decir, a través del reforzamiento y del castigo tan ampliamente utilizados
en el BDSM [6].
Por ejemplo, recientemente leí
las instrucciones que un Ama daba a su sumiso para preparar la mesa para ella y
sus invitados y la forma de servirla: absolutamente nada de aquellas
instrucciones tenía alguna particularidad específica para el BDSM, todo lo
contrario, era el resumen de cualquier manual de vestir y servir una mesa de
comensales. Pero su sumiso debe cumplirlo con sumo cuidado sabiendo que su Ama
estará muy atenta de que sigue las instrucciones, o sufrirá las consecuencias
de su castigo, en definitiva, el sumiso pondrá en práctica un Protocolo que le
obliga a manifestar su conducta de sometido a la voluntad de su Ama.
Para el BDSM en general el
Protocolo sirve para fijar las pautas generales de conducta de sus
practicantes, la consideración de la admisión o no en el seno de la Comunidad a
nuevas personas y sus posibles prácticas.
Para el Dominante, el Protocolo
sirve para fijar los objetivos a corto plazo en relación a su vínculo con su
sumisa, es decir, dentro de los límites consensuados, qué cosas practicar y
cómo espera que las practique para que le reporten el beneficio y placer
esperados de la entrega sumisa.
Para la sumisa, el Protocolo es
el camino a seguir para llevar a cabo la conducta esperada por su Dominante,
con el fin de proporcionarle el bienestar y placer debidos y como fuente para
la obtención de su propio placer. El Protocolo ayuda para penetrar en el
adecuado ambiente de sumisión, centrándose en las tareas que debe cumplir,
dejando a un lado aquellos otros factores que pudieran condicionar el desempeño
eficaz de dichas tareas.
La diversidad en el Protocolo
En la primera parte hemos ido
desgranando las ideas precedentes, los errores de apreciación que
frecuentemente se cometen, y finalmente sus cualidades, hemos estado dando
pistas del alcance real de los Protocolos o conjunto de reglas y normas
escritas y no escritas del comportamiento en el BDSM. Ahora es el momento de ir
fijándolas en más detalle.
El Lenguaje de los Símbolos
Una serie de símbolos visibles
sustentan la mejor tradición del BDSM en el Protocolo, de las que destaco:
-El triskel como emblema del BDSM
(Emblema Project) y la bandera (Leather PrideFlag) que localizamos en muchos
espacios para identificar que congregan a la Comunidad BDSM. En un reciente
viaje a Bruselas, donde banderas de todo país y signo asoman de los edificios
del centro de la ciudad, me detuve a contemplar las decenas de Leather Pride
Flag que ondeaban en sus calles.
-El negro, color universalmente
usado como forma de vestir que identifica a la Comunidad y comúnmente aceptado
como requisito de participación y relación con otros.
-El Cuero, y posteriormente el
látex como tejidos preferentes y con un alto componente fetichista junto con
sus complementos de botas y zapatos de tacón alto, cinturones anchos y cadenas.
-El Collar, símbolo
universalmente utilizado para describir un vínculo de Dominación – sumisión, la
señal inequívoca de pertenencia a un Dominante, en sus variantes de collar de
entrenamiento y disciplina o collar de paseo.
-El anillo, alegoría del anillo
descrito en Historia de O, otra variante de señal de pertenencia.
-Las listas de prácticas BDSM,
playlist, como primer paso - norma para proceder a la comunicación y
establecimiento de las afinidades, prácticas posibles y límites dentro del BDSM
entre dos practicantes de diferente rol.
-El contrato, temporal o
indefinido, manifestación escrita de los propósitos y el alcance del poder de
un Amo sobre su sumisa.
-Las ceremonias y rituales, las
más difundidas las de Iniciación, de las Rosas (o consagración de un vínculo) y
la del Té (inspirada en el mundo Geisha). A estas hay que añadirles aquellas
otras que cada Organización o grupo de amigos BDSM deciden llevar a la práctica
(por ejemplo, bajo el nombre de rituales, los peruanos de Love Chains han
incorporado una amplia variedad) [7].
-Los pañuelos de colores,
complemento utilizado en ambientes homosexuales como forma predominante de
identificarse en una tendencia dominante o sumisa y en qué grado de implicación
o compromiso de relación mantiene su vínculo. Su origen comenzó en la costa
oeste de Estados Unidos y enseguida recorrió todo el país y el sur de Canadá.
El Protocolo para el vínculo Amo
– sumisa, la humillación y servidumbre.
En este caso nos referimos a las
pautas (algunas veces más que pautas son reglas inviolables) a seguir y normas
de conducta que afectan de forma exclusiva a una relación Amo – sumisa. Estas,
por lo general, son las instrucciones precisas que el Amo consensua con su
sumisa que afectan:
-Al conocimiento mutuo, los
límites y limitaciones a partir del trabajo sobre una lista de prácticas.
-Desde el nombre de la sumisa
hasta la forma de tratamiento y uso del Usted; Amo; Señor; Dueño; etc.
-Habla, mirada y posiciones
corporales [8].
-Uso del tiempo, de los espacios
y del mobiliario.
-Formas de servidumbre, incluida
la sexual.
-Celebración de Rituales y
ceremonias.
-Vestuario y desnudez.
-Relaciones de la sumisa con
otras personas del BDSM.
-Publicidad o no de la existencia
del vínculo y -Grado de concreción o vinculación de la relación, temporal o
indefinida, parcial o con tendencia a una Cesión Completa de Poder (Total Power
Exchange) [9].
En el proceso de aprendizaje de
la sumisión, la humillación y la servidumbre se requiere por parte del Amo una
serie de pautas e instrucciones (tantas como sea posible según sus objetivos, y
cuanto más descritas mejor) que ayuden a la sumisa para cumplir su misión.
Cuando el Amo planifica escenas de humillación se basa en las fantasías propias
y las de su sumisa, desempeñará su rol y actuará con autoridad y creatividad, y
exige de la sumisa estricta obediencia, cumplimiento y sometimiento. Es aquí
donde el Protocolo demuestra sus beneficios. A través de la humillación la
sumisa se somete a la voluntad de su Amo. La obliga a darse cuenta de cuán
profundamente es esta decisión y que obedecer no siempre resultará grato y
fácil. Afectará psicológicamente a la sumisa en aspectos positivos en unas
ocasiones, y quizá en la mayoría de un modo negativo, de ahí la importancia que
el Amo conozca muy bien a su sumisa y emplee con suma precaución la
humillación. El Amo es siempre responsable del cuidado somático de la sumisa,
de su crecimiento en la relación y en el desarrollo de la sumisa. La
humillación está asociada a estas prácticas: Adoración, animalismo, aspecto
físico, ceremonias, castigos, comunicación Amo-sumisa, control de decisiones,
dolor, exhibicionismo, forma de hablar y mirar, forma de vestir, mortificación,
objeto, posiciones corporales, rituales, rol de edad, rol de género,
servidumbre funcional, servidumbre sexual (homo, hetero y bisexuales) y
súplica.
Adicionalmente y de forma
pormenorizada, el Amo que planifica a través de un detallado Protocolo las escenas
de humillación puede beneficiarse en:
-Facilitar a la sumisa que asuma
su rol, entrar en la sumisión y sentirse realmente sometida.
-Potenciar la humildad en la
conducta de la sumisa, aceptando que la humillación es un poder que ejerce su
Amo para que ella obedezca y le satisfaga. La dimensión y alcance de este
comportamiento humilde queda restringida al universo de su Amo y sólo en este
espacio es donde deberá manifestarla.
-Modificación de la conducta de
la sumisa. La humillación es empleada para romper con las pautas y
convencionalismos de cada uno [10].
El Protocolo en Internet
Durante los primeros años del
Internet, el Protocolo o normas de comportamiento sirvieron para reconocer
quién era practicante – interesado en el BDSM y quién un desafortunado curioso.
En los últimos cinco años y la
incorporación de miles de nuevos usuarios, esa capacidad de reconocimiento no
es posible (algunos sarcásticos dicen que es cuestión de repetir cuatro
sencillas reglas). A la vez que se han generalizado y proliferado los espacios
virtuales donde supuestamente se agrupan los practicantes de BDSM (donde cada
vez que se habla es más de todo lo insustancial que de BDSM). De modo que, pese
a existir normas de acceso y comportamiento, los administradores -moderadores
de estos espacios parecen más vigilantes -policías persiguiendo a los que
incumplen dichas normas, sobre todo si son las más esenciales. Con lo que el
Protocolo tiende a diluirse y en muchos casos a desaparecer para quedar
relegado a los contactos privados.
Hasta el momento, el Protocolo de
los espacios de BDSM en Internet contempla habitualmente:
-El respeto al otro como forma
esencial de comunicación.
Una norma básica que persiste
aunque desgraciadamente también se transgrede. [11]
-Formas de identificar los apodos
o nicks de los participantes, según sean sus roles [12].
-Formas de habla, conversación y
de tratamiento entre los participantes, según sean sus roles.
-Formas de organizar las
actividades dentro y fuera del espacio virtual (las comúnmente denominadas
Kedadas),
así como de los debates y
tratamiento del conocimiento y la información acerca del BDSM.
-Formas de resolver los
conflictos que puedan producirse entre participantes. Últimamente tengo la
impresión que también se ha perdido en sustitución del webmaster-juez y parte.
-Formas de contribuir al
sostenimiento económico e informático del espacio virtual.
El Protocolo en Organizaciones y
Locales de BDSM
Antes mencionamos que en estos se
hace necesaria la necesidad de publicar reglas básicas y Protocolo.
Hay referencias en el artículo de
Cuadernos BDSM nº 3, titulado “BDSM Social” [13]. Estas normas que
tienen en común:
-Formas de acceso a las organizaciones,
derecho de admisión y preservación de la identidad de los asistentes.
-Formas de organización y
administración.
-Formas de desarrollo de
actividades de performance y sesiones BDSM grupales.
-Uso de las instalaciones y
prácticas permitidas.
-Formas de moderación de grupos
de debate e integración de nuevos miembros.
-Formas de intervención en caso
de conflictos.
Bajo la denominación de Código de
Conducta la Society of Janus [14] establece 10 reglas para sus miembros, cuya
máxima es no perturbar el juego de los demás. En cambio, el Club Rosas5 ha
optado por la denominación de Régimen Interno y amplía hasta 15 las normas que
deben ser respetadas. [15]
Algunas Organizaciones
desarrollan sus Protocolos inspirados en la literatura y la fantasía, tipo
Roissy y Samois (inspirados en la Historia de O), y las Goreanas (inspiradas en
la novela de John Norman) entre otras.
El Protocolo entre Dominantes.
Recientemente he participado en
un foro donde he expuesto mis apreciaciones sobre ésta forma de Protocolo.
Aunque genere mucho rechazo por parte de otros Dominantes, me detendré más en
explicarlo [16].
-Respeto: A su persona, a sus
límites y a su vida privada. Respeto a su anonimato (incluido el nick) salvo
consentimiento previo.
-Discreción: Las conversaciones
particulares no tienen por qué ser reveladas.
Previamente a una invitación,
debe conocer quiénes son el resto de invitados.
-Consideración: Si no es conocido
ni hay referencias, es tratado como Dominante en un trato de igualdad, sin
dudar de su condición salvo un comportamiento que haya manifestado lo
contrario, y aún así tiene el derecho de, privadamente, exponerle las razones
por las que ha dejado de tener tal consideración.
-Reconocimiento: A su pertenencia
en la Comunidad BDSM, a su experiencia en el BDSM y a su Maestría.
-Preferencia de Anfitrión: En su
domicilio y en su Comunidad. A ser considerado Master de Master y/o Maestro de
Ceremonias donde es reconocida su experiencia y maestría. A ser el primero en
el uso y disfrute del juego SM donde es el anfitrión.
En presencia de sumisas, actuando
en rol, tendrá preferencia ante ellas.
-Inviolabilidad: Su propiedad es
suya y es inviolable. Para poder hacer uso de ella debo contar con su debida
autorización. La presencia de un collar (aún en periodo de pruebas) es
suficiente para garantizar que su propiedad es inviolable.
-Interés: Y atención preferente a
lo que diga o haga por su condición Dominante.
-Visión: Tiene derecho a tener
una visión diferente, incluso completamente diferente de la práctica del BDSM,
sin tener por qué ser prejuzgada o criticada por mi parte, siempre en la
seguridad, sensatez y consenso.
-Reciprocidad: Consensuar formas
recíprocas de Protocolo.
El Protocolo entre sumisas.
El Protocolo más usado contempla
la hermandad entre las sumisas y esclavas, como forma de comprensión, aprecio y
apoyo mutuo. En otras ocasiones, este Protocolo se vuelve más estricto cuando
resulta necesario para la escena o práctica de Dominación – sumisión que se
quiere llevar a cabo.
Algunas sumisas realizan
actividades encaminadas a la información – orientación y acompañamiento de
otras que recién se inician. En estos casos se concreta el reparto de tareas,
cierta jerarquía basada en la experiencia y el alcance y responsabilidad de
dicha tarea sin menoscabo de las acciones y decisiones que pueda tomar el
Dominante.
El Protocolo en la Seguridad
La práctica del BDSM conlleva
asumir riesgos a partes iguales entre Dominantes y sumisas, del mismo modo que
minorarlos y aumentar las condiciones de seguridad son responsabilidad de ambos
roles en base al conocimiento de las prácticas, la experiencia y la forma de
actuar en caso de lesiones [16].
Olvidamos con frecuencia la
conveniencia de tener disponibles las pautas a seguir para aumentar la
seguridad de nuestras prácticas. Son algunos ejemplos:
-Safeword o el posible uso de la
palabra de seguridad durante el desarrollo de una sesión BDSM [17].
-Instrumental y atención de
primeros auxilios sanitarios.
-El conocimiento de la seguridad
en el Bondage [18].
-El conocimiento de la seguridad
en el Spanking y azotes [19].
-El conocimiento del Aftercare o
cuidado Post Sesión.
El Protocolo para dirimir
conflictos dentro del BDSM.
Este tema sigue preocupando a muchas
Comunidades BDSM, comunidades formales (legales) o informales (amigos que se
juntan para celebrar y jugar). Estas son las soluciones que proponen:
-La existencia del Master of
Masters, que en los locales de BDSM suele ser el dueño del local, (tiene el
derecho de admisión y de expulsión, es el responsable de la mazmorra y él
decide quién, cómo y cuánto juega).
En las Comunidades, el Master of
Masters resulta elegido de forma temporal y se ocupa de coordinar el desarrollo
de las actividades o sesiones. En domicilio particular coincide con el
anfitrión, salvo que reconozca entre los Dominantes alguien con más crédito,
pericia o experiencia que él y delegue esa tarea.
La existencia de la Slave of
slaves, otros la llaman Slave Guardián, otros Slave Guide; cumple la misma
función que las anteriormente descritas. Cuando se trata de aplicar la
disciplina en un mal comportamiento de un Dominante es donde surge grandes
discusiones. En el común de los casos se determinan cuatro situaciones: Aviso,
Amonestación, Exclusión, Denuncia [20]:
-Aviso: Debe detener el
desarrollo de la sesión en ese instante y es reconducido o guiado hasta darlo
por concluido. Apartado del escenario, acompañado y aislado en un feedback se
analiza el comportamiento observado y cómo reconducirlo. Este hecho no es
considerado como punible, al contrario, se considera muy seguro y es habitual:
una comida que causa malestar; una copa con efecto indeseado; un subspace con
reacciones inoportunas; pasar desapercibido un safeword; o simplemente un
entrometido que se dedica a tomar fotos de una escena sin permiso... o el que
se pone a hablar por el móvil-celular en el momento más inadecuado. Si el aviso
es reconocido, vuelve al escenario. Si no reconoce el aviso, es invitado a
abandonar el lugar.
-Amonestación: Es en los casos
anteriores que no reconoce el aviso y persevera en el comportamiento inadecuado
y no atiende la indicación de abandonar el lugar del Master of Master. Se hace
llegar un día o dos después de haber ocurrido el incidente, ofreciéndose
diferentes opciones en función de la causa: Retirada temporal de los
encuentros; Práctica con un Amo Guía o Tutor; o un tiempo con una participación
- pasiva, asiste pero no juega activamente. En cualquier caso, la amonestación
es un diálogo posterior, comprensivo y que busca el consenso. Es un derecho del
amonestado ser escuchado y actuar en descargo, aportando cuantos considerandos
o testigos considere oportunos. Se procede a rexaminar el contenido de su
amonestación, su retirada o su ratificación.
-Exclusión: La medida más tajante
que se da en las comunidades BDSM a nivel interno. Si el amonestado no está de acuerdo
con reconducir su comportamiento y práctica, se procede a comunicarle que queda
excluido de las reuniones que pueda tener el grupo o Comunidad. Igual que la
amonestación, existe con el excluido un encuentro y un diálogo.
-Denuncia: Se entiende por tal el
legítimo derecho de cualquier ciudadano de recurrir al amparo de su protección
personal y legal. En el BDSM este es un derecho personal e intransferible de
cada persona, no está negado nunca, cada practicante es libre de ejercerlo
siempre, siempre e independientemente de que la Comunidad BDSM haya comenzado o
no los pasos previos anteriormente explicados.